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sábado, 2 de noviembre de 2013

INICIARSE EN EL MTB VI (Las Bajadas)



LAS BAJADAS
Tal y como terminé diciendo en la entrega anterior, ahora le toca el turno a las bajadas, por lo que ponte cómodo y sigue leyendo.
El Mountain Bike no se puede concebir sin las bajadas. Cualquiera que monte en bici de montaña sabrá que después de una dura subida, espera el dulce caramelo de la bajada. Pero como todo en la vida cualquier nueva especialidad requiere aprendizaje, y el deslizarse con soltura y fluidez por una bajada de tierra llena de obstáculos, en lugar de hacerlo por una lisa carretera de asfalto, requiere que el aficionado aprenda a controlar a su bici y aprender una serie de conceptos técnicos para que una bajada, en lugar de ser un suplicio, o algo que se tema hacer, llegue a ser algo placentero y que encima divierta.
El sentir respeto por una determinada bajada o por todas, ya sea un sendero estrecho lleno de piedras, raíces y demás accidentes geológicos, o un rápido descenso de tierra lisa y apisonada, es algo totalmente lógico y comprensible para aquellas personas que se enfrentan a una bajada en bici de montaña por primera vez, además de ser una respuesta totalmente normal propia del subconsciente de la persona. Parafraseando a lo que decía Calderón de la Barca (creo) aquello de que: “Nada es verdad y nada es mentira, que todo es del color del cristal con que se mira”, los descensos, sean del tipo que sean, pueden ser un auténtico patio de recreo para algunos y una terrorífica experiencia para otros. Sin embargo solo es cuestión de seguir, y tener claros, una serie de conceptos que si se respetan, antes de lo que se piensa aquella bajada que siempre se nos atragantaba, la podremos realizar de una forma segura y divertida, y lo que es más importante, sin desparramarnos por el suelo.

APRENDER A LEER EL TERRENO
Esto que puede parecer tan difícil al principio, es fundamental para salir airosos de cualquier bajada. Una de las primeras cosas que tenemos que aprender es a saber elegir una trazada que sea lo menos complicada posible. Esa trazada ideal, evidentemente, no es igual en todos los caminos, ni es igual para todos los ciclistas, ya que depende de la inclinación del sendero, los obstáculos que haya, el tipo de éstos obstáculos (no es lo mismo deslizarse cuesta abajo por un sendero cuyo firme este plagado de raíces, que por otro cuya principal dificultad sea la tierra suelta depositada en él) y la condición física del biker en ese momento, o su habilidad técnica. Es muy importante entrenar la capacidad que el cuerpo tiene para anticiparse a los obstáculos que se presentarán en una bajada, por eso es recomendable chupar rueda cantidad. Es decir, es una muy buena idea el salir con gente que ya sepa desenvolverse bien en las bajadas, y fijarse en como solventan los diferentes obstáculos que se presenten. Evidentemente lo que no se puede hacer es lanzarse sin control por un camino cuesta abajo, ya que lo más seguro es que acabemos yendo a un selecto club social (Hospital) y en algunos casos con limusina y todo (Ambulancia).
Una forma muy buena de aprender a leer el terreno, y como consecuencia elegir la trazada idónea, es ir encima de la bici en “relajada tensión”. Exactamente ¿qué significa eso de la relajada tensión? Pues no es más que dominar la bici en todo momento, dejando que los brazos y las piernas actúen como si de suspensiones se tratasen, pero a la vez no dejando que los baches nos echen fuera del sendero o la trazada. Los giros del manillar deberán ser suaves siempre, aunque es mucho mejor guiar a la bici con las caderas, la parte interna de los muslos, apoyándolos contra el sillín, y los hombros, inclinando éstos de forma que obliguemos a la bici a ir hacia donde queremos. También es muy importante aprender a frenar de forma eficaz en una bajada. El freno, en éstas circunstancias, puede ser nuestro mejor aliado o nuestro peor enemigo, y jamás se usará de forma violenta. En otras palabras: Los derrapajes y bloqueos de rueda no son nada recomendables si queremos bajar con control, de lo contrario es la forma más sencilla de irnos al suelo, ya que al bloquear las ruedas, éstas dejarán de rodar y lo que harán es deslizarse sin control sobre el suelo, y teniendo siempre en cuenta que si la que derrapa es la rueda delantera, en un porcentaje muy alto (por encima del 90 %) terminaremos yéndonos al suelo con las consecuencias que eso trae. 
Por lo tanto, el uso de los frenos estará casi reservado a la frenada sutil pero firme, para corregir posibles variaciones en la trazada que llevemos en la bajada que estemos realizando, y siempre usaremos el freno trasero más que el delantero. Ya que es mucho más fácil corregir un derrapaje de la rueda trasera, que uno en la rueda delantera.

CONTROLANDO LA POSICIÓN
La posición encima de la bici es otra de las cosas que se deberá aprender a controlar para disfrutar de las bajadas. Hay que aprender a no ir rígido en la bici, de lo contrario los músculos de los antebrazos y brazos se colapsaran, además al llevar los brazos en permanente tensión, las vibraciones de la rueda delantera se transmitirán a los hombros y la cabeza, haciendo que ésta última vibre de forma exagerada reduciendo, nuestra capacidad visual, incluso aunque llevemos la mejor suspensión en la bici. Como consecuencia de ello es muy probable que algún elemento de la bajada, como una raíz, roca o surco en el camino, nos pasen desapercibidos, con las consecuencias nefastas que eso puede llegar a tener si nos encontramos con ellos al no verlos.
La posición encima de la bici, también hay que modificarla con respecto a la posición de pedaleo sobre terreno llano. Si la bajada no es muy pronunciada, bastará con adoptar una postura similar a la que se ve en la foto de la derecha. Si se observa la foto, se puede ver que la cara interna de los muslos están sujetando el sillín, a la vez que esa posición retrasa y baja ligeramente el centro de gravedad. Actuando de ésta forma, el control que obtendremos sobre la bici será total en éste tipo de bajadas.
De lo contrario, si la bajada es muy pronunciada deberemos levantarnos aún más sobre los pedales, y retrasar el culo lo suficiente como para que la bici sea más estable, tal y como se puede ver en la foto de la izquierda. Con esa posición, se consigue bajar más el centro de gravedad y cargar más peso sobre el eje trasero. Dicho de otro modo: De lo que se trata es de variar el centro de gravedad lo necesario, para que éste se retrase y se acerque al suelo lo justo para evitar, que en caso de caída, salgamos disparados hacia delante por encima del manillar. Lo que se conoce vulgarmente (en el mundo de la moto) salir por orejas.
Sin embargo no hay que exagerar mucho ésta posición, ya que al echar el cuerpo hacia atrás, perderemos algo de adherencia en la rueda delantera, con lo cual, y ante un posible cambio de trazada, si vamos retrasados de forma exagerada, nos podemos quedar sin dirección en la bici, y eso es perfecto para darnos el costalazo. En todo caso, y dependiendo de la inclinación de la bajada, la experiencia que vayamos adquiriendo y el sentido común, nos dirán cuanto tendremos que retrasar el cuerpo ante una determinada pendiente.
Si el descenso no es muy inclinado y el terreno lo permite, podremos mantener la posición de sentado, pero mi experiencia me dice que aunque el descenso no sea complicado, es mejor bajarlo manteniendo la posición de levantado sobre los pedales, de ésta forma podremos realizar la bajada con más control y con mayor velocidad, y podremos variar la trazada de la bici de una forma más eficaz.





CON VISTA Y VELOCIDAD
La forma de “ver” la bajada es otra de las capacidades que habrá que entrenar para que la experiencia de deslizarse cuesta abajo encima de la bici sea algo divertido. Por tanto, la mirada tiene que ir anticipándose a la próxima zona de referencia de la bajada, para elegir la trazada adecuada. Deberemos acostumbrarnos a ir mirando a unos 6 u 8 metros por delante de la rueda delantera, de ésta forma podremos anticiparnos a cualquier obstáculo que haya en la trazada, virando o aplicando los frenos para conseguir salir airosos del lance. También es recomendable que nuestra velocidad de descenso no sea demasiado lenta, aunque tampoco deberá ser tan elevada que nos descontrolemos a la primera de cambio. Si vamos bajando con una velocidad demasiado lenta, lo más probable es que nos vayamos comiendo todos los obstáculos de la bajada, es decir, las ruedas se meterán en todos los hoyos, regueros y tropezarán con todas las piedras y raíces del camino, provocando que en algunos de esos encuentros acabemos en el duro suelo. Lo ideal es buscar el compromiso de velocidad, adaptada al descenso que se esté haciendo.
Aunque todo esto puede parecer muy difícil de asimilar al principio, muchas de las capacidades necesarias para afrontar una bajada con seguridad, se realizan de forma automática una vez que hayamos cogido la destreza necesaria encima de la bici. Con esto quiero decir que la mejor manera de entrenar esas capacidades, es la de montar en bici. La experiencia acumulada a lo largo del tiempo encima de la bici, es la única garantía de poder afrontar cosas y retos que antes nos parecían imposibles. No hay fórmulas mágicas para aprender a bajar con soltura y rapidez, de una forma rápida. Por otro lado no sería la primera vez que un biker novato ante una determinada bajada dijera que no iba a conseguir hacerla nunca, y sin embargo si ese mismo biker ha sido contante, pasados unos meses, no solo ya es capaz de bajar por donde antes le parecía imposible, sino que encima se divierte.

RESUMIENDO PARA TERMINAR
De todo esto podemos deducir que la práctica es el único método eficaz para afrontar las bajadas con garantías de éxito, por lo tanto y haciendo un resumen:
  1. Al principio hay que enfrentarse a bajadas de poca entidad para aprender a controlar la posición encima de la bici, es decir, poder ponernos de pie sobre los pedales, variar el centro de gravedad cambiando la posición del cuerpo y haciendo que los brazos y las piernas sirvan de amortiguadores a las irregularidades del terreno.
  2. Deberemos aprender a llevar la vista por delante de la bici lo suficiente, como para poder anticiparse ante cualquier eventualidad que nos surja.
  3. Si aprendemos a visualizar la bajada y anticiparse a los obstáculos que ésta tenga, podremos elegir la trazada más adecuada para descender con seguridad y rapidez por cualquier bajada.
  4. Evitaremos llevar una velocidad demasiado rápida o demasiado lenta al principio. Hay que intentar bajar con cierta soltura pero controlando en todo momento nuestra velocidad de descenso.
  5. En la medida de lo posible, evitar usar el freno delantero. Es mejor controlar el descenso de la bici usando el freno trasero, ayudándonos con sutiles cambios de peso del cuerpo, e intentar evitar el bloqueo de las ruedas. Eso sí, si hay que usar el freno se usa que para eso está.
  6. Por supuesto que bajo ningún concepto, se realizará una bajada sin llevar elementos protectores como el casco y los guantes, salvo que no tengas demasiado aprecio a tu integridad física.
  7. Por último, y no por ello menos importante, se trata de disfrutar encima de la bici. Si no se disfruta cuando se esté haciendo una bajada, es que no se está haciendo bien. Además, todos los días no son iguales. La bajada que la semana pasada se hizo sin novedad, hoy no estamos tan finos y no nos atrevemos con ella. No pasa nada, otra vez será, se hace otro día y listos, que no tenemos que demostrar nada a nadie, ni siquiera a nosotros mismos.
Lógicamente todo esto es algo que no se va a conseguir enseguida, o a la primera. Lo único que hay que tener es constancia, paciencia y tratar de adaptarse lo mejor que se pueda a los cambiantes trazados de un descenso. Si se usa la cabeza (y no precisamente contra el suelo), y se es constante, lo más probable es que un buen día nos llevemos la sorpresa al descubrir que aquella bajada que un día nos parecía imposible de realizar, ahora somos capaces de bajarla con soltura y seguridad. Y lo más importante, nos divertiremos bajando por ella. Eso nos dará la suficiente confianza en nosotros mismos, como para afrontar otros retos.

En la entrada siguiente, que será la última de ésta serie, hablaré de una de las disciplinas que a mi más me llama la atención, más me atrae y más me gusta de éste completo y bonito deporte que es el MTB. Me estoy refiriendo a lo que los americanos llaman "Single Track", que viene a significar algo así como Sendero Estrecho. Hasta la próxima.

Ángel Tejedor
Un aficionado a la bici de montaña

martes, 1 de octubre de 2013

INICIARSE EN EL MTB V (Las Subidas)


LAS SUBIDAS
Hola de nuevo. En la entrega anterior, terminé diciendo que en sucesivas entregas iba a describir las tres técnicas que, a mi modo de ver, son fundamentales conocer para practicar de forma placentera, y sobre todo divirtiéndonos, el bonito deporte del MTB. Esas tres técnicas, como ya adelanté, son tres: Las subidas, las bajadas y el singletrack. En ésta entrega, describiré, pero sin entrar en demasiadas profundidades, la técnica a aplicar en las subidas.
Todos estamos acostumbrados, gracias a la tele, a ver a los ciclistas que participan en las grandes vueltas por etapas, como se tienen que enfrentar a subidas realmente duras; El Tourmalet, la subida a los Lagos de Covadonga, el Mortirolo o la subida al Angliru entre otras cimas míticas, son el tipo de etapas ciclistas que congregan a un mayor número de televidentes frente al televisor, y a un gran número de aficionados al borde mismo de la carretera. La razón es, quizás, porque en este tipo de terreno es más fácil ver a los grandes de la ruta o, simplemente porque aquí es más fácil ver el sufrimiento, o el esfuerzo, del ciclista. En el MTB sucede algo parecido. Es precisamente en las subidas donde mayor concentración de aficionados hay en cualquier carrera. Por lo que da que pensar que algo tendrán las subidas para que se concentre tanta gente en cualquier competición. Pero claro, eso es en el ámbito de la competición.
Pero si nos referimos a las subidas como simples aficionados y sin ánimo de competir, la cosa cambia un poco. Por de pronto en las subidas del monte ya no se ve a tanta concentración de gente jaleándote para que subas más deprisa, Será que no eres famoso. O también porque eso de ver como sufren los demás, mientras que tu estás sentado tranquilamente en el suelo, con una cervecita fresquita, es más atractivo que estar sufriendo haciendo una subida.
De todas maneras, para alguien que empieza en el MTB, o para un simple espectador, lo que más le llama la atención es la relativa facilidad que tienen este tipo de maquinas, para superar pendientes con porcentajes de inclinación superiores, en muchos casos, a las pendientes que hay en la carretera. La razón de esta sorpresa, es que se tiende a comparar la bici de montaña con la de carretera, siendo un gran error el hacerlo. La única similitud entre ambas bicicletas es, que las dos se llaman bicicletas y que las dos tienen el mismo sistema de transmisión, y aquí se acabaron todas las comparaciones. 
Por construcción, con una bici de montaña siempre será más fácil superar pendientes con porcentajes de subida más altos, que con una bici de carretera. Por eso en montaña, la técnica para superar pendientes es algo distinta. Por los caminos del monte, te puedes encontrar todo tipo de obstáculos en una subida. Me estoy refiriendo a raíces, piedras sueltas, regueros que el agua de lluvia hace al discurrir ladera abajo, hojarasca o arena suelta entre otros. Para cada una de esas situaciones, habrá que emplear una u otra técnica. Bueno, más que técnicas distintas, serán variaciones de la técnica, llamémosla principal. 
Por ejemplo, si te encuentras subiendo una cuesta y de repente aparece ante ti una raíz de una cierta entidad, deberás tratar de elevar la rueda delantera lo suficiente como para que ésta no se quede bloqueada al tropezar con la raíz. O en su defecto, si no tienes la habilidad de levantar la rueda delantera, deberás efectuar un cambio en la postura del cuerpo, echando éste hacia atrás, para que la rueda delantera, al perder peso en su eje, le sea más fácil superar el obstáculo. Alguno pensará que también se puede poner a pedalear de pie, para que sea más fácil superar el obstáculo, vale, eso puede estar bien. Pero siempre y cuando la pendiente de la subida no sea muy elevada.
Cuando se sube por una pendiente cuyo desnivel está entre el 15 ó el 20 %, no es muy aconsejable ponerse de pie. Si nos ponemos de pie para pedalear, es cierto que se aplica más fuerza a los pedales, pero también es cierto que disminuye el grado de adherencia de los neumáticos, sobre todo en la rueda trasera. Hay que recordar que rodar por los caminos de tierra, no es como ir sobre el asfalto. En los caminos de tierra hay que procurar que los neumáticos tengan siempre un contacto muy elevado con el suelo, y procurar aplicar el peso en los ejes de forma que en cada eje haya un peso suficiente como para que ninguna de las ruedas patine, de ésta manera obtendremos la mayor adherencia posible, y eso se consigue yendo sentados en el sillín, y desplazando el cuerpo hacia la rueda delantera para añadir más peso en ese eje. ¿Cuanto hay que desplazar el cuerpo? Pues dependerá de lo inclinada que sea la subida en la que estemos inmersos. Cuanto más empinada sea la subida, más deberemos desplazar el cuerpo hacia adelante. Así estarás consiguiendo dos cosas: La primera es que habrá un desplazamiento de masas hacia la rueda delantera, equilibrando el peso que cada rueda recibe. Por lo que si das una pedalada, evitarás que la rueda delantera se despegue del suelo. La segunda es que conseguirás desplazar el centro de gravedad del conjunto bici-ciclista a un nivel más cerca del suelo, con lo que la bici será más estable en la subida, a la vez que no comprometes la adherencia de la rueda trasera evitando que ésta patine.
En el primer caso, si ese desplazamiento de masas no se produce de forma adecuada hacia la rueda delantera, en cada pedalada que des harás que ésta se despegue del suelo, con lo que perderás la direccionalidad de la bici, haciendo que sea más difícil el control de ésta en plena subida, sin mencionar la pérdida de adherencia de ese neumático. En el segundo caso, si el desplazamiento del centro de gravedad no es lo suficientemente efectivo, conseguirás que ante una elevación momentánea de la pendiente, la bici vuelque para atrás con el consiguiente trompazo que eso conlleva. Cuando el grado de la pendiente es menor de ese 15 ó 20 %, no será ningún problema ponerse de pie para pedalear, aunque si el terreno está muy suelto la rueda trasera tenderá a patinar, haciendo que pierdas una pedalada. Se me olvidaba, el pedalear de pie es efectivo en pendientes no demasiado inclinadas, pero también es la mejor manera de agotar tus fuerzas de una forma bastante rápida.
A mucha gente, sobre todo cuando empieza, eso de liarse a subir cuestas con una bici, como que no lo ve. La mayoría de la gente que empieza en esto del MTB, tienen una especie de reparo a eso de liarse a subir por un sendero cuya pendiente le parece muy elevada. Sin embargo, cuando se progresa en este deporte, muchos y muchas se dan cuenta de que subir una determinada pendiente no es tan malo como parecía en un principio. No hay que olvidar, que si queremos luego disfrutar haciendo una bajada, primero tendremos que subirla. 
Cuando el ciclista de montaña empieza a sentir que hacer una subida no es tan duro, como en un principio pudiera parecer, es que de verdad se está progresando en el MTB y al final, las cuestas arriba, incluso se agradecen. Para llegar a conseguir ese progreso en las subidas hay que conocer primero de qué forma puedes usar los cambios de la bici.
Ahora, en muchas bicis, el mando de cambio trasero está numerado del 1 al 9 ó 10, correspondiéndose el “1” con el piñón de la rueda trasera más grande. Y el “9” o “10” con el piñón más pequeño. Eso no implica que haya que poner un número determinado en el mando, para subir una determinada cuesta. La relación optima para afrontar una subida, será aquella que nos permita tener una cadencia de pedaleo regular mientras vamos ascendiendo. El hecho de que una pendiente tenga un 15% de desnivel, no implica que haya que usar una determinada relación, ya que los números impresos en el cuerpo del cambio, solo están para orientar al ciclista en qué piñón está engranada la cadena en ese momento. Con esa información, podremos partir de un punto a la hora de engranar un piñón cuando se haga una subida que es la primera vez que se hace.
De lo que se trata es de subir la pendiente de la forma más “cómoda” posible, y si para ello hay que poner la relación más corta que la bici tenga (lo que se conoce vulgarmente como llevar el molinillo) pues se pone y listos, que no hay que demostrar nada a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Aunque eso es una cuestión personal.
Y para terminar permitidme una reflexión: Para mucha gente, el subirse a una MTB y comenzar a pedalear cuesta arriba por un sendero de montaña, es algo que no se puede explicar. A pesar de la subida y del cansancio, uno se siente feliz. Y cuando se llega a la cima, te das cuenta de que has llegado contando solo con tu propio esfuerzo, y tienes la sensación de estar por encima de todos los problemas diarios, sintiéndote por un momento satisfecho y feliz. Sin embargo y a pesar de esta idílica visión, para poder enfrentarnos a una subida en condiciones, deberemos prepararnos física y mentalmente. Cuando salimos a la montaña con la bici, tenemos que tener claro que no todo van a ser bajadas largas y llaneos rápidos. En tus incursiones por el monte te encontrarás sin duda, con subidas. Algunas serán duras y otras no tanto, y muchas veces, en plena subida, te asaltaran pensamientos tales como: “¿Pero se puede saber qué demonios hago yo aquí? Con lo bien que estaría ahora tumbado en una pradera a la sombra de un pino, disfrutando de una cervecita bien fría en lugar de estar aquí, sudando la gota gorda. Si no me van a dar ningún premio. Sin embargo, y a pesar de esos pensamientos negativos, hay algo que te hace avanzar, algo te “empuja” hacia arriba y sigues pedaleando, cuando podrías pararte en cualquier momento, recuperarte y seguir hacia arriba con la escalada, o dar media vuelta. Es una sensación que solo la podrán entender aquellas personas que hayan estado en una situación similar.
Es, por definirlo de alguna manera, la misma sensación que a todos nos asalta alguna vez en nuestra vida, y que nos impulsa a hacer algo determinado, que sabemos que no necesitamos hacerlo, pero aún así, lo hacemos.
En la próxima entrega hablaré de las bajadas.

  Ángel Tejedor
Un aficionado a la bici de montaña



jueves, 8 de agosto de 2013

INICIARSE EN EL MTB IV


En la entrega anterior, hice una pequeña descripción de algunos de los ajustes, sobre los que hay que actuar, para personalizar la bici de montaña. De ésta forma podremos adaptar, de una forma muy eficaz, la bici a nuestra manera de dar pedales y sentirnos cómodos. En ésta nueva entrega voy a describir algunas pautas a seguir, para que la primera salida en bici, y las sucesivas, sean totalmente placenteras y dejen sensación de querer más.
LA PRIMERA SALIDA
Con los reglajes efectuados a nuestro gusto, lo único que queda es ajustarse las zapatillas, calarse bien el casco y empezar a dar pedales. Al principio todo irá más o menos bien. Se deberá elegir un camino que no sea demasiado complicado, hay que acostumbrarse a la bici y sobre todo a cogerle el truco al cambio, que al principio, la gente novata se suele hacer un pequeño lío con tantas combinaciones de platos y piñones. Cada uno tiene que mentalizarse qué es lo que los mandos del cambio y del desviador, situados en el manillar, mueven o controlan. 
Salvo alguna excepción rara, los mandos de los cambios de todas las bicis de montaña, están situados en el manillar de la siguiente manera, y siempre mirando en el sentido de la marcha: En la parte derecha del manillar (flecha roja en la imagen de la derecha) está el mando que controla los piñones de la rueda trasera, en la imagen se puede ver un mando giratorio denominado Grip Shift. Mientras que en el lado izquierdo del manillar (flecha azul en la imagen) lo que controla ese mando son los platos de los pedales. Y esto es así tanto para aquellos que lleven mandos de pulsadores, como para los que lleven los mandos giratorios.
También hay que acostumbrarse a las reacciones que nos transmite la bici, sobre todo en el momento de aplicar los frenos, ya que no sé muy bien porque motivo, todo, o casi todo el mundo, tiende a bloquear las ruedas cuando frena. Hay que acostumbrarse desde el principio, a frenar con cierta dosificación y con una cierta firmeza, y aunque no es fácil conseguir ese compromiso entre frenar y dosificar para no bloquear las ruedas, se debe practicar mucho desde el principio para conseguir frenar de forma eficaz, sin bloquear las ruedas. Baste decir que cuando una rueda se bloquea, la bici se descontrola.
La gente que empieza a rodar por los caminos con una bici fuera del asfalto, deben  tener en cuenta una serie de factores para que su primera aventura sea satisfactoria. No hay que empezar a rodar a toda velocidad por los caminos, porque lo más probable es que se termine desparramado por los suelos. La reacción primera de cualquier persona no entrenada, es, como he dicho antes, la de frenar en seco ante cualquier imprevisto, haciendo que las ruedas de la bici se deslicen sin control. Sólo la práctica hará que ante un imprevisto, dosifiquemos la potencia que le mandemos al freno para evitar el fatídico patinazo. Ya sé que es bastante difícil conseguir ese dominio en los frenos, y que dicho así suena fácil, pero si al principio no te esfuerzas en conseguir dominar esa forma de actuar sobre los frenos, si no consigues dosificar la potencia de frenado, el día en que tengas que realizar un frenado complejo sobre una superficie mojada, nevada o con barro, te darás cuenta lo inútil y peligroso que es frenar bloqueando las ruedas de la bici. Solo cuando se consiga la experiencia necesaria, serás capaz de mantenerte encima de la bici sin caerte, al frenar bloqueando las ruedas.
Otro aspecto en el que se debe profundizar en su aprendizaje es el uso del cambio. Me he fijado que hay mucha gente que al pedalear solo usa el plato pequeño en combinación con todas las coronas traseras, o al revés, esto es, utiliza el plato grande con todos los piñones traseros. Bien, pues eso es un error fatal. Fatal por dos aspectos: El primero es para la integridad de la cadena y de los piñones, ya que lo único que esa gente conseguirá es desgastarlos de forma prematura. Y el segundo es para la integridad física de las piernas, ya que posiblemente se produzcan lesiones en las rodillas, al someterlas a un esfuerzo extra.
El cambio hay que usarlo de una forma similar a como se usa el cambio de un coche. En un coche, la primera y segunda marcha, se usan para poder superar pendientes con una inclinación importante. Mientras que la quinta o sexta marcha, se usan para rodar por autopista y con terreno favorable, es decir, con cuestas poco inclinadas o de poca entidad, y tramos en recta o bajadas. La combinación de platos y piñones en la bici es lo que se conoce como desarrollo, o desarrollo de la transmisión, es decir, la proporción que existe entre el número de vueltas del pedal con el número de vueltas de la rueda. Cuanto más corto sea el desarrollo, menos vueltas dará la rueda trasera a cada vuelta del pedal. Mientras que si el desarrollo es largo, la rueda dará más vueltas a cada vuelta del pedal. Para calcular cuántos metros recorrerá la rueda trasera de una bici de montaña, hay una fórmula matemática que es muy simple. Solo hay que multiplicar el perímetro de la rueda por el nº de dientes del plato, y el resultado dividirlo por el nº de dientes del piñón.
En el caso de la bici de montaña, y para una rueda de MTB estándar, cuya medida es de 26’’ x 2’’, el número que hay que usar para el perímetro de la rueda es: 26’’x 2,54 = 66,04. O sea que 66,04 es el perímetro en centímetros. Luego lo multiplicamos por Pi, y el resultado es 2.074. Es decir, que multiplicamos 2.074 por el nº de dientes del plato y el resultado lo dividimos entre el nº de dientes del piñón. Un ejemplo: Si tenemos la cadena puesta en el plato grande, que tiene 42 dientes, y en el piñón pequeño, que tiene 13 dientes, por cada vuelta completa del pedal, la rueda trasera recorrerá: 2.074 x 42 = 87.108/13 = 6,70 metros. Es decir que a cada vuelta completa del pedal, la rueda recorrerá unos 6,70 metros aproximadamente con la relación de 42 dientes en el plato y 13 dientes en el piñón.
Pero como cada vez que se vaya a cambiar de plato o piñón, no vas a estar realizando cálculos, baste con saber como hay que usar esos cambios mirando la imagen de la derecha. La imagen muestra un esquema de una transmisión de nueve piñones vista desde arriba. En dicha imagen y marcados en rojo, indica que piñones no se pueden usar, dependiendo en que plato tengamos la cadena engranada. 
Por tanto si estas usando el plato mediano, podrás usar sin riesgo de desgaste severo, o incluso de rotura de cadena, las coronas que ves marcadas en azul en el centro de la imagen. Teniendo en cuenta esa pequeña precaución, conseguirás que el sistema de transmisión funcione correctamente, a la vez que evitarás un desgaste excesivo de la cadena y los piñones. Si tu bici es de las que todavía tienen 7 piñones, tendrás que prestar la misma premisa con el plato mediano, es decir, que no deberías usar, con el plato mediano, los piñones pequeño y grande. Y deberás prestar la misma atención  al usar el resto de piñones y platos de la bici. Así conseguirás que la cadena y los piñones duren un tiempo razonable.
Por lo que mi consejo es que al principio, es bueno que te familiarices con los cambios de la bici. Se que para muchos y muchas, puede parecer  un poco lioso su manejo al principio, por eso lo mejor es no tratar de aprenderse todas las combinaciones que se pueden hacer con los platos y piñones. Para ello solo es necesario recordar, independientemente de la cantidad de piñones que tenga tu bici, que si la cadena está en el plato grande, no se deben engranar los 4 piñones más grandes. Si la cadena está en el plato pequeño, no se deben engranar los 4 piñones más pequeños. Por último, si la cadena está en el plato mediano, no se deberá engranar el piñón pequeño o el piñón grande. De lo que se trata es de evitar que la cadena se cruce en exceso.
Si se hacen caso a éstas premisas, no solo habrás aprendido a controlar adecuadamente a tu bici, sino también a preservar su mecánica. De ésta forma tu querida máquina durará mucho más tiempo en perfecto estado, antes de hacerle cualquier intervención mecánica.
En próximas entregas describiré tres de las técnicas que se deben conocer y dominar, para disfrutar plenamente de éste deporte tan bonito: Las subidas, las bajadas y el singletrack. En la próxima entrega le tocará el turno a las subidas.

Ángel  Tejedor 
Un aficionado a la bici de montaña